Síndrome rotuliano. Causas, síntomas, tratamiento y rehabilitación

sindrome rotuliano

Una de las afectaciones más frecuentes en la rodilla del corredor es la del cartílago de la rótula. La rótula actúa como una polea de la cual tira una cuerda (músculo cuádriceps, tendón cuadricipital y tendón rotuliano). Si está polea se encuentra afectada (gastada, inclinada…) ocasiona una serie de problemas, a veces de difícil diagnóstico y tratamiento (condropatías rotulianas, mala alineación rotuliana, tendinitis….).

La rótula trabaja bien cuando se posiciona correctamente centrada, deslizándose sobre la tróclea femoral.

Si no está bien alineada o se encuentra “gastada” se produce la «condropatía rotuliana». Este hecho se evidencia con dolor anterior de la rodilla, que es una de las quejas más frecuentes de los atletas que practican deportes de resistencia. El dolor es en forma de molestia alrededor o debajo de la rótula y se agrava al bajar escaleras o al correr en pendientes (sobre todo en las bajadas). 

Síntomas

Los síntomas pueden desaparecer cuando se está corriendo para luego volver a aparecer al terminar de correr o un poco más tarde. El primer episodio de dolor puede aparecer estando corriendo, sentado durante mucho rato o como consecuencia de un golpe directo en la rótula. Si aparecen cualquiera de los síntomas aquí mencionados se ha de poner en manos facultativas para una exploración correcta ya que correr de manera “normal” sin atender a la lesión empeoraría los síntomas y alargaría el proceso de recuperación.

Causas

El mal alineamiento puede estar causado por: zapatillas excesivamente gastadas, terreno inclinado (playa, arcén de carreteras, carrera en pista o hierba siempre en el mismo sentido), pronación anormalmente aumentada y desvíos o acortamientos estructurales en extremidades inferiores. Igualmente los «bloqueos pélvicos» y el «síndrome de isquiotibiales cortos» pueden dar lugar a una mala mecánica de carrera con desalineación de la rodilla. También se consideran influyentes el poco desarrollo o displasia del vasto interno del muslo, el aumento del ángulo cuadricipital, una rótula o patela excesivamente alta o la excesiva torsión tibial externa.

Diversas teorías tratan de explicar ésta dolencia, unos dicen que se trata de una condromalacia rotuliana (una alteración cartilaginosa), se ha venido manteniendo como explicación, pero se ha convertido en un verdadero «cajón de sastre» donde se ha mezclado de manera poco clara a muy diversos dolores de rodilla. La más nueva significación de la «rodilla del corredor» dice que si el pie permanece pronado durante la fase de media postura del movimiento de andar o correr, la pronación excesiva impide a la tibia (pierna) que desarrolle su normal rotación. Ello repercute sobre la rodilla y el fémur (muslo), pues este último gira internamente sobre la tibia para proporcionar la adecuada rotación necesaria para la extensión en la zancada. Puesto que el pie está fijo sobre el suelo durante la fase de media postura, obtenemos una acomodación de la articulación de la rodilla en la que resulta «comprimida».

Quedaría por explicar este problema en gente menos joven donde no hay condromalacia, pero sí todos los síntomas del síndrome rotuliano. Parece que se debería a problemas de artrosis por el precoz desgaste. Otros autores piensan que no hay distinción neta entre la afectación del cartílago rotuliano y la artrosis, y que más bien son consecutivas, pues si no se corrige a tiempo el defecto, sobre todo biomecánico, es segura la evolución hacia artrosis.

La típica presentación es de un paciente entre 35 y 55 años, corredor de maratón, media maratón, o ciclista de nivel medio o medio-alto, que llega a nuestra consulta por un dolor mecánico en la parte anterior de la rodilla. Suele iniciarse en el borde rotuliano externo, y a veces con afectación de la zona posterior de la rodilla. Este cuadro se acentúa al aumentar el tiempo de entrenamiento o la rapidez de las series o las cuestas. El dolor se agudiza en cuclillas, al bajar escaleras y al levantarse de la posición de sentado, sobre todo de sitios bajos. Puede mostrar, también, rigidez y crepitación dolorosa. En la exploración destaca una marcada hipotensión del vasto interno del cuádriceps, con discreto derrame, y maniobras rotulianas positivas. En las pruebas complementarias encontramos que la resonancia magnética pone de manifiesto la destrucción de cartílago rotuliano como único hallazgo, y en la huella dinámica plantar muestra distintos grados de hiperpronación u otra torsión.

Tratamiento del síndrome rotuliano

El clásico tratamiento de reposo y antiinflamatorios puede resultar, en algunos casos, insuficiente para erradicar este dolor anterior de rodilla pues, como hemos visto, se trata de una cuestión puramente biomecánica y la solución pasa por modificar esa «desalineación». Aunque, en un principio, pueden ser útiles las rodilleras de rótula libre (el hueco central sirve para evitar la compresión y aumento del roce rotuliano), si las utilizamos en exceso, la disminución del tono muscular cuadricipital no tardará en aparecer.

Lo más importante es acudir a un médico especialista para que analice nuestro caso y pueda ver cual es la causa de nuestro dolor.

La recuperación funcional es la opción más adecuada, y comenzará siempre por reposo parcial o descanso activo, cambiando durante un tiempo a otros deportes (bicicleta con fáciles desarrollos, natación aunque nunca estilo braza, pesas en ángulos fáciles y de poco peso u otros aparatos de fitness como los simuladores de esquí que son las ya populares elípticas). 

Si decidimos seguir corriendo, optamos por hacerlo menos días y con menos intensidad vigilando el estilo y el terreno. Nada de superficies duras, ni subidas bruscas o bajadas. Se debe calentar bien y estirar de forma especial el cuadriceps, el tríceps sural (pierna posterior) e isquiotibiales (muslo posterior), antes y después de empezar el entrenamiento. Es muy importante los ejercicios de tonificación de vasto interno, pero sin sobrecarga articular.

Síndrome rotuliano: rehabilitación

La rehabilitación propiamente dicha debe abarcar todos estos músculos, así como los de la cadera. Es interesante la electroestimulación selectiva del vasto interno del cuádriceps (sus fibras oblicuas, sobre todo) seguidas de contracciones isométricas del cuádriceps en extensión.

La flexibilidad y mejora de la fuerza del cuádriceps son básicas. Pero los ejercicios del «banco de cuádriceps » no sirven, pues se debe trabajar sin peso y con la pierna totalmente estirada. Por tanto, se aconsejan los ejercicios de potenciación isométrica. Pedalear en una bicicleta ergométrica es muy aconsejable, siempre que hayamos regulado convenientemente la resistencia (no debe ser fuerte al principio) y la altura del sillín (al disminuir dicha altura, las fuerzas patelofemorales aumentan). Cuando se haya pasado la fase aguda, es muy aconsejable realizar un estudio biomecánico con análisis de la secuencia de marcha y estudio dinámico de la pisada.

Cuando hayamos corregido la biomecánica de la rodilla y sigamos con este dolor (es decir, la polea está recta, pero está en cierta manera “gastada”) tendremos que tratar éste desgaste del cartílago. Como hemos visto en entregas anteriores, el cartílago, hoy por hoy, NO puede regenerarse. Hay muchas líneas de investigación en este sentido y con importantes avances. Será nuestro médico especialista el que nos indicará qué tratamiento es más idóneo en nuestro caso. 

Los condroprotectores orales (sulfato de glucosamina, condroitina…) no han demostrado claramente su beneficio en este sentido. Las famosas infiltraciones con factores de crecimiento (plasma rico en factores plaquetarios) tampoco han demostrado que regeneran el cartílago. No existen estudios científicos serios, prospectivos, aleatorizados que demuestren que dichas infiltraciones regeneran el cartílago.

Existen numerosos estudios con infiltraciones de ácido hialurónico (AH) que demuestran la mejoría sintomática en casos de artrosis leve-moderada de rodilla. Este tratamiento tiene un doble efecto: mecánico inmediato por la densidad y viscosidad del producto, y el propio efecto biológico del ácido hialurónico. Si la causa de nuestro dolor es la condropatía con una buena alineación rotuliana, este tratamiento puede ser muy efectivo para ayudarnos a recuperar nuestro estado y poder volver a realizar las carreras. Éste tratamiento debe ser aplicado siempre por un médico especialista en Traumatología y con experiencia en éstos tratamientos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *