Cómo educar en positivo con el lenguaje y las acciones adecuadas

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El educar en positivo se deriva de la psicología positiva, la cual nació a finales del siglo XX, luego de que las investigaciones no se hubiesen concentrado hasta ese punto en fenómenos como la felicidad, la inteligencia emocional y la creatividad.

La psicología positiva se fundamenta en un enfoque basado en la salud y el bienestar mental. Se enfoca en numerosos aspectos, como la resiliencia, la felicidad y el bienestar general.

La psicología positiva se ha ido extendiendo hasta el ámbito educativo, sobre todo en cómo se educan a los niños.

Educar en positivo ha ido ganando terreno, dejando atrás los modelos viejos de educación en los que se usan castigos, refuerzos negativos y una convivencia basada en los regaños.

Educar en positivo busca educar a los niños usando técnicas más positivas para formar un ambiente sano, en el que los niños se sientan seguros, tengan una buena conducta, sean responsables y desarrollen habilidades personales, siempre tratándolos con amabilidad y cariño, pero sin dejar de lado la firmeza y la disciplina.

Educar en positivo se basa en la comunicación, la empatía  el entendimiento desde las dos partes.

educar en lenguaje positivo

Lo que busca el educar en positivo es formar personas que tendrán buenos hábitos que les servirán durante toda su vida, tales como el respeto, la capacidad de resolver problemas, la responsabilidad, la colaboración y la participación.

A continuación, se presentan algunos consejos para tomar en cuenta a la hora de educar en positivo: 

Establecer límites: durante sus primeros años de vida los niños todavía no están preparados para hacer caso a normas o reglas, pero a partir de los 2 o 3 años es necesario empezar a marcar límites, a los que se tienen que ir adaptando a medida de que crecen. Es de vital importancia establecer las normas desde un principio y estar seguros de que les quedaron claras, sin ceder ante ellos, ya que de lo contrario se perderá el control.

Mantener la confianza: si el niño no siente confianza hacia sus padres, no se sentirá cómodo al momento de contarle cosas importantes, no creerá en ellos y dudará de todo lo que digan sus padres. Es importante invertir tiempo de calidad con tu hijo para que sepa que siempre estarás ahí para él.

Protegerlos con control: evidentemente es muy importante proteger a tus hijos, cuidándolos de cualquier peligro y siempre velando por su seguridad, pero si los padres son sobreprotectores, no dejarán que los niños experimenten y crecerán siendo inseguros y vivirán con miedo. Puedes protegerlos dándoles consejos con delicadeza, pero sin agobiarlos.

Estar al pendiente de su autoestima: desde los 7 años los niños empiezan a tener otra perspectiva sobre sí mismos y crecen las inseguridades, las cuales incrementarán más al momento de llegar a la adolescencia, una etapa donde los miedos y dudas son muy frecuentes y normales.

Para evitar que sufra inseguridades que los atormenten, es importante que sus responsables, sus padres y profesores, les recuerden su valor y sus cualidades, reforzando pensamientos positivos y dejando de lado la negatividad.

Paciencia: recuerda mantener la paciencia cuando tu hijo no haga lo que quieras, o cuando parezca no escucharte. Recuerda que probablemente sus prioridades no sean iguales a las de un adulto, intenta tener una mejor comunicación con él.

Déjalos explorar: durante los primeros años de la vida de un niño, todo lo que conocen es por haber explorado el mundo a su alrededor. Es importante que los dejes explorar, que cometan errores para que aprendan de ellos.

Resuelve los problemas pacíficamente: en un ambiente tenso, lleno de gritos y regaños, los niños no querrán hablar y se cerrarán, por lo que debes mantenerte calmado, respirar e intentar establecer un diálogo de forma pacífica para que puedan entender lo que les estás tratando de decir.

Escúchalos: debes demostrarle a tu hijo que estás abierta a escuchar todo lo que tenga por decirte, de lo contrario, le causará inseguridad al niño y no se sentirá cómodo para hablar.

Alienta al diálogo: a medida que los niños crecen, se llenan de dudas e inseguridades con las que se sentirán vulnerables. Debes mantener un diálogo constante y sano con ellos para demostrarles que estás ahí y que tienen todo tu apoyo.

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